Educación Superior
Ubaldo Gil Flores
Ubaldo Gil Flores
Las transformaciones que está viviendo Ecuador, especialmente en la
educación, ahora que la aldea global vive la Era del Conocimiento, van en serio
y en estos próximos cuatro años se radicalizarán, de modo que nada debe caer
por sorpresa. Cierto es que han cerrados universidades y extensiones, unas están
condicionadas y otras en proceso de evaluación y acreditación. El Gobierno ha
trazado sus normas y reglas, en base a la Constitución y la Ley Orgánica de
Educación Superior, así que guste o no los centros de educación saben sobre qué
cancha jugar.
La Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí que está en el nivel C, que
le cerraron las extensiones o cursos de Pedernales y Tosagua, que funciona con
sus extensiones del Carmen, Bahía y Chone seriamente cuestionadas, tiene serios
desafíos en la administración de sus recursos que pasan de treinta millones de
dólares, y los retos académicos son inmediatos, nada de esto se puede
solucionar si no hay voluntad política y académica y se resuelven primero
políticas institucionales que son las causantes de irregularidades que
se vienen repitiendo desde hace años y que hoy se han agudizado con el
riesgo de atomizar a la institución, y con ello ser el espacio para quienes
quieran pescar a río revuelto y sueñan tomarse a la universidad y volverla una
central política.
Ahora son las facultades de Medicina y Comunicación que están
cuestionadas por irregularidades, la primera por chantajes sexuales y cobros
para pase de año, la segunda por pedir donaciones y cobros para que se gradúen
estudiantes de cursos de profesionalización, además del Centro de Idiomas que
ha sido denunciado por estar cobrando por el certificado de suficiencia en inglés,
requisito básico para que se gradúe todo estudiante de la ULEAM, lo cual
resultaría un horrendo negocio para quienes medran detrás de él; pero hace poco
la facultad de Odontología fue intervenida, y fueron cuestionadas por prácticas
de seminarios para que se gradúen la facultad de Administración y la Escuela de
Parvularia. Además que contradictoriamente a unas se les exige tesis y a otras
no.
Todo esto evidencia que la mediocridad o como mínimo las trabas que
ponen al sistema educativo ciertas autoridades y profesores son un negociado
hecho con premeditación y alevosía. Profesionales que salen con esas
condiciones les será normal que mañana le cobren factura a quienes les vendan
bienes o servicios. Están saliendo titulados sin formación completa en lo
profesional y en las prácticas éticas, aunque este no es el común denominador.
Pero lo peor de esto es la impunidad y que salgan sacrificados justamente los
que han denunciado. Cada vez que se nombran comisiones para resolver tal o cual
problema con seguridad no pasa nada y aumenta la sensación de impunidad e
impotencia y esto es caldo de cultivo para que la corrupción aumente. El señor
rector y los señores decanos, cuyos sueldos promedios es de cuatro y cinco mil
dólares, tienen la palabra en el próximo Consejo Universitario, y esta vez
tienen la oportunidad de acordarse que hay hechos que si no nos afectan por
acción, nos afectan a corto plazo por omisión. Lo realmente trágico es que no
solo cierren ciertas escuelas, carreras o facultades, si no que desaparezca
nuestra universidad ante un gobierno que demuestra que ante lo inevitable hay
que actuar con justicia y rigor.
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