Por Cristian López Talavera
Mientras enciendo
la grabadora, una voz del otro lado pronuncia: “Estás hincada mirando al suelo/
con una virgen en tu regazo/ te deshiciste de vos/ y ahora lo culpás a Dios”,
me remito a mi pensamiento, la realidad sensible siempre tiene una caja de
sorpresas. He creído siempre en la fusión del ver y creer, como pensaba Rimbaud;
en tanto, la almohada se llena de canas y en la cabeza resuena Serás poeta,
afuera de mi habitación, los pájaros resbalan de una luciente cristalina, mis
ojos enardecen con la forma de la luz de la mañana, las sábanas blandas se
arrugan como papel mojado ciñendo mis pies a una suave melodía.
Así,
entumecido por el temor de un nuevo día me levanto, en la mesa está ya servido
el desayuno, las migajas de pan regadas sobre el mantel, con mi dedo dibujo
círculos, y pienso en cosas que no puedo ver con los ojos, sino solamente con
mi espíritu: el sentido que toman las volutas del humo del café, las manos de mi
madre con las que fue hecho el jugo de naranjilla, trato de escuchar el
silencio que rodea el cuarto, este devastado insomnio de los días inmensos, la
piel de lagarto de esta ciudad ambigua, amada.
La cuidad me
espera, como las puertas al infierno, diviso gente caminar apuradamente, sin
regresar a ver, animales recostados en las veredas, ellos, a cada momento dejan
huellas en mis amaneceres insomnes. La ciudad absurda llaga en mi ausencia. Mientras,
gente amontonada en los buses, mirando su reloj, aprisionados de su tiempo; los
otros, abrazados a realidades opuestas, a esas realidades límpidas, que dan
encantamiento, que miran el lenguaje en cada segmento de ciudad: parque,
escuela, municipio, bus, librería; la poesía es la otra voz diría Octavio Paz.
Esa ciudad me espera, aquella donde pueda desplegar la imaginación, donde la
ceremonia de la creación sea parte de mi cotidianidad.
Así
permanezco azorado en el autobús, mientras continúa su trayecto hacia la
terminal, observo en las paredes impresos adheridos a las paredes de
conciertos, cuadras más arriba, grafitis, quiero saber la hora y me doy cuenta
que el celular me he olvidado en mi cama. Acongojado, nuevamente en la ventana
del autobús, imágenes: ceremonias. Y entre ese estado de reposo que producen
las imágenes urbanas de Quito, de esa “realidad” visualizo el libro “Más allá
de Madrid”, la obra completa de Ubaldo Gil, distintas propuestas literarias
unificadas en un libro, mas de 25 años de actividades culturales, entre las que
destaca la de editorialista, escritor y catedrático; distintos discursos, perspectivas que se han venido dando en su
obra.
Aquí surgen
las siguientes preguntas ¿cuál sería la importancia de escribir un libro?;
¿dejar un patrimonio al país? ¿engrandecer el egocentrismo, típico en nuestra
literatura? ¿o dejar la constancia de esa conexión íntima que une al lector con
su escritura?
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Cristian López, Gabriel Cisneros, Paúl Puma y Ubaldo Gil. |
Trama sin
utopía: robando dibujos que guardaba en uno de sus bolsillos
Libro
publicado en el año de 1993, por editorial Eskeletra y con un epígrafe de Jorge
Luis Borges: “El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión
y al cansancio”, pequeño texto de Las versiones homéricas, esto ya indica cómo
abordar el tema, desde ese poema sin fin, y el primer cuento no desdice el
primer pensamiento y el Nino Amonala y la dedicatoria al poeta Hugo Mayo, me
hizo recordar al poema El Zaguán de Aluminio: “Nino Amanolik,/ viejo dibujante
de cosas raras/ Nino Anomalik,/ un día lo encontré/ dormido como una garza
real/ le pregunté cuál era su país de origen…” y en el cuento Nino Amonala dice
“Nino Amonala Nino Amonala, pescador de amigos raros…Me acerqué y vi que el
molusco empezó a moverse… sentí que se iba una parte o quizás toda mi vida”.
Claramente existe un tributo al poeta Hugo Mayo. Este relato que sucede en el
mar, en las playas del Murciélago, se presenta como relato cíclico, donde un
niño encuentra su alegría en un caracol, esa misma alegría del padre y su
abuelo. Así son los textos de Trama sin utopía, murmullos de versos, de mar.
Hay silencios, huellas.
Con Trama sin
utopía, Ubaldo Gil inaugura esa generación de narradores que mezclan la
imaginación con la búsqueda de temas, no tratados por el canon, donde se
universaliza los temas que vagan en esa Manta mágica, con resonancias poéticas.
La ciudad siempre presente en Ubaldo Gil, de ahí nacen estas historias,
recordemos el relato Especimen. El tema es una ruptura a la lógica, en primera
persona, un ser encuentra a un ente diferente al común de los mortales, nadie
sabe de dónde es y cuál es su genealogía, pero cuando le sacan a pasear, el
espécimen se perturba y emite fonemas misteriosos: “Quiero a mi mamá… quiero a
mi mamá”. Salir a pelear, a pesar de saber que vamos a perder (como diría
Bolaño), eso es lo que hace Ubaldo Gil, da un giro misterioso a sus historias.
Los finales sorprenden, pero dejan las puertas abiertas para seguir en la
lucha: la imaginación; así lo dice la escritora Gilda Hoslt: “…ese humor triste
que nos hace sonreír y nos duele […] construye sus cuentos con seres y cosas
raras… y nos hace mirar la realidad con otros ojos”, como rememorando el
testimonio de los sentidos, esas realidades absurdas que habitan en el espíritu
y la creación.
La noche en
que fui Cristóbal Colón
Esta entrega
de narrativa publicada en el año 2005 (Ekeletra-Uleam, libro que presenta
distintos espacios, ambientes, aparece la España (castigo y sobriedad), Manta y
su ruralidad, ahí está su coloquialismo, el existencialismo de gente tratando
de enfrentarse al mundo, vale traer a colación lo que Luis Carlos Mussó dice al
respecto: “…esta vez no solamente nos encontramos con el tropos sino con el
pathos”, no son los hechos ni las situaciones los que cambian el modo de vida
de las personas, es la emoción la que va dirigiendo el modo vivendis de estos
personajes.
Así aparece
en el epígrafe: “…la única gente que me interesa es la gente que está loca”,
por ejemplo en el cuento El caracol y su cara de anciano, Yolanda, una niña de
apenas ocho años tiene un diálogo con un caracol con cara de anciano. O tal vez
el cuento La puerta culpable, donde unos seres encerrados logran divisar una
puerta que dentro de sí tiene un misterio que ahonda en preocupaciones y
soledad.
Alguna vez,
en clases de historia, en la Universidad escuché decir que el problema de la
migración consistía en que no estaba terminada, por tanto los ecuatorianos
fueron en busca de ese final, Ubaldo fue, pero a terminar esas historias, así
en el cuento que lleva el nombre del libro, un personaje va en busca de ese
descubrimiento de la ciudad madrileña, sus oscuros parajes, este personaje
mantense se encuentra con un peruano, antropólogo, que le guía en ese
transitar.
Este libro de
búsquedas, también es el de los registros lingüísticos: “hijos de putitas para
ser menos hipócritas”, “salao”, “joder cuñao”, como también la ironía: “Todavía
no habían llegado a Ecuador dos presidentes, Mahuad con su corte de Alicia en
el país de las maravillas o Bucaram con Alí Babá y los cuarenta ladrones”. A
diferencia de lo que escribió Eduardo Varas de que este libro “pudo ser mejor”,
la pregunta es ¿Hay algún libro mejor? Está claro que el relato corto debe
tener un trabajo arquitectónico, bien cimentado, pero Ubaldo Gil logra crear
obras grandes, como El caracol y su cara de anciano, El escritor y sus
batallas, El padre en la cometa, No te mueras.
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Ubaldo Gil y su libro. |
Amor más allá
de Madrid:
Dios del pan:
creación y destrucción en el Ser humano
Publicado en
el año 2003, inserto en el libro de relatos No lo hagas en Navidad (Mar Abierto
editorial), novela corta que no pasa las 60 hojas, me atrevería a decir que
esta obra es la consagración de Ubaldo, claramente se nota el progreso que ha
ido dando a su narrativa, sin dejar de lado el discurso, impreso desde sus
primeros textos. La ciudad: urbanidad y ruralidad, personajes desolados, el
desquicio humano, el erotismo y ese rehacer el relato corto, decir y vivir.
Dividida en
tres capítulos, el personaje ausculta su vivencia, e intenta recrear fielmente
lo sucedido, la historia. El personaje es testigo de este manifiesto, donde el
amor, la muerte psicológica, la destrucción del ser humano se van imantando en
una narración, con un lenguaje sencillo y sugerente.
La novela
tiene fuego en los personajes, O. Paz denomina: la Llama doble, donde el fuego
primordial y original, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y
ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula, la del amor, Ubaldo
Gil, en su narración levanta una llama rojiza, escatológica; la llama de la
muerte. Los personajes se van a ver sometidos al amor, al engaño, al dolor, a
la soledad.
Ahora bien,
cuando el personaje comienza a narrar su historia, lo realiza en un Tiempo de
la Enunciación Narrativa, ese es el momento dice Umberto Eco, en que empieza a
escribir y a recordar su pasado. Ese yo recuerda y evoca: “Si ella estuviera
aquí me levantaría media hora antes, cumpliría con el ritual del aseo si
amanezco con ganas […] el sol mañanero de Quito entraría y yo sentado a esta
mesa…”, un yo monótono, creando un personaje, desde su deseo, ese eros inexistente o que está arraigada a
su piel.
Un estudiante, que emigra con una beca, desde su Manta
hacia Madrid, en donde estudia arquitectura, en la Universidad Complutense,
desde el inicio el personaje comienza a ver las diferencias conceptuales; la
individualidad europea y el modo de vivir en Los Andes, la comunidad, esto
cuando conoce a una chica y van al departamento, destapan una botella de vino,
a ritmo de jazz; entre charlas de sus estudios, y películas, tuvieron un acto
amatorio; Emily, días después, cuando él le invita a realizar un trabajo, ella
le indica que tiene novio, el choque cultural que se da en el personaje es
fuerte, dice: “Hoy he aprendido de esta mujer más de los que he aprendido en
las clases. Esto es Madrid”.
Este es el inicio que tiene Fabián en una ciudad
diferente a la suya. Soledad cruenta ante sus ojos. Poco después conoce a
Lenka, una muchacha rusa, igual a él se encuentra en Madrid, con una beca,
comienza a formar una relación con Fabián, viven en su departamento, solo les
acompañan la pobreza, el hambre, la desesperación, el amor, la intriga.
En un instante ella le hace una pregunta clave: “Si
eres casado, dímelo, será mucho mejor. Sabré a qué atenerme”, la relación
continúa, tratando de que las situaciones externas no afecten en nada su amorío:
“El amor erótico estaba presente y aplastaba a cualquier indicio de política”.
Desde ese momento, la narración va tomando fuerza en
el concepto erótico. Otro choque cultural se sitúa en Fabián cuando, en un
concierto de rock (él nunca había asistido a uno) conocen a otra pareja, y
hacen un intercambio de parejas, comienza a quitar la idea de pareja monótona y
hacen el juego Swingers. Él trata de seguir el juego, pero su ethos no lo
permite. Disimula. Hay angustia y tormento.
La relación continúa hasta que ella descubre, por
medio de una carta que Fabián tiene familia en Manta, ella decide dejarle. En
él comienza a esclarecerse el capricho del amor, ser servidor de la vida como
también de la muerte.
Personaje que crea Ubaldo Gil diferente a muchos
ciudadanos del país. En Madrid, el personaje habita mundos subrepticios hasta
llegar a la locura. Pero tiene un ethos y éste determina su comportamiento.
Llega a la locura por una muerte que le provoca el sentimiento del amor, pero
que su mito, su fe le despierta nuevamente a la vida. Es un creyente en Dios,
sabe que es un ser destinado a sufrir, por tanto tiene que seguir una
costumbre. La felicidad, su felicidad está en algo inmaterial, es por ello que
lucha.
La novela concluye en un cuarto de hotel, en la ciudad
de Quito, cerca del parque El Ejido. El personaje, (como una escena de teatro)
describe que está sitiado en solitario junto a una máquina de escribir y una
pila de papeles; la catarsis tiene su desenlace, aquí existe la disforia. Nos
dice: “Quería contarme, aunque traicionado por la memoria todo aquello que
viví”.
Cerrando este escrito, nuevamente la ciudad comienza a
tener sentido, tanto para Fabián como para mí. Así,
levanto mis ojos hacia el cielo, lo contemplo: es verdad, Dios así lo ha
querido.
Texto leído por Cristian López Talavera durante la presentación del libro Amor más allá de Madrid, evento desarrollado en la CCE Benjamín Carrión, de Quito el Quito, el 17 de julio del 2013.