viernes, 16 de marzo de 2012

Editorial Mar Abierto

Por: Cecilia Ansaldo

En días en los cuales la publicación de un libro ha problematizado la vida de dos profesionales –y la del país entero, zarandeado por la fuerza de sus repercusiones– vale insistir en la trascendencia de los libros. Todo eso a pesar de los tan mencionados signos de distancia o apatía frente a ellos. Un libro es un documento histórico que preserva la cultura y la expande hacia rincones y tiempos incalculados. Por el esfuerzo de escribirlos, publicarlos, conservarlos la humanidad ha llegado al presente.

Sin mucho alarde, la Editorial Mar Abierto de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, ha venido desarrollando una amplia y constante labor de publicación en los últimos doce años. Ya sea porque cuenta con el apoyo de un presupuesto universitario, ya porque su director, Sr. Ubaldo Gil y su equipo, ha conseguido plasmar las iniciativas de una real gestión editorial, el aporte al libro ecuatoriano es digno de tomarse en cuenta.

La noche de la presentación de la novela reciente de Jorge Velasco Mackenzie, Hallado en la grieta, que goza del sello Mar Abierto, se hizo un anuncio que me causó viva impresión. Los datos internacionales lo confirman: la Real Academia de la Lengua, embarcada en el Proyecto Corpes (Corpus del Español del Siglo XXI) ha invitado a la editorial manabita a participar en la más grande expansión del libro en español que consistirá en integrar los títulos publicados en el ámbito hispánico, en el periodo 2001-2012. Es la continuación del Proyecto Corde (Corpus diacrónico del español).

Como afirma Guillermo Rojo, Coordinador del proyecto: “Construir un corpus textual de esta naturaleza supone convertir a formato electrónico los diferentes materiales que lo integran: novelas, ensayo, noticias de prensa, artículos de revista, transcripciones de textos orales, materiales presentes en la red y codificarlos del modo requerido para que se pueda recuperar la información”. Para ello, obviamente, los ejemplares de papel tienen que estar digitalizados y a disposición de la red informática.

El proyecto Corpes ha elegido veinte títulos de los publicados por Mar Abierto en el tiempo señalado. Debo confesar que conozco pocas de esas elecciones, el mayor problema de las publicaciones ecuatorianas radica en su circulación. Este obstáculo va siendo superado porque con el fortalecimiento de la labor de la sede manabita ya están llegando a muchos lugares del país. Las recientes novedades de Velasco Mackenzie y Ángel E. Hidalgo, escritores guayaquileños, figuran entre los seleccionados.

El tema me permite reparar en otra realidad que tiene que ver con el libro ecuatoriano. Son muy pocos los que están en internet a disposición del mundo.

En la actual tendencia a leer las versiones electrónicas, sea por costos del ejemplar impreso, sea por hábito de las nuevas generaciones, resulta fundamental contar con la biblioteca siquiera básica –los clásicos de cada género literario, los títulos de historia, política, filosofía, las cartas que son fuente de consulta sobre los hechos patrios, etcétera– de formato electrónico. Desconozco quién tenga que hacerse cargo de esa labor, parecería que los entes oficiales de cultura. Basta abrir, por ejemplo, el Centro Digital Cervantes, de España para apreciar la riqueza informativa que contiene.

Lo cierto es que la Editorial Mar Abierto –mal calificada “de provincia”, como si todas las ciudades no perteneciéramos a una– se ha ganado un puesto de primer lugar en las iniciativas por el libro.

Tomado de El Universo, 25 de febrero de 2012.