lunes, 26 de abril de 2010

Ciudades Preventivas

Mina Seinfeld y Olga Vélez


Ciudades Preventivas es un libro que trata sobre uno de los problemas más conflictivos del siglo XX y con seguridad del XXI, que es el tema de las drogas y todo lo que en torno a ella gira: poder económico y militar, negocios de armas, la generación de “estados fallidos” porque la democracia es secuestrada por el narcotráfico, y fundamentalmente la degradación del ser humano. Las drogas en términos metafísicos conducen a un callejón sin salida a los países y género humano, porque siempre ha existido esa necesidad de ausencia o de búsqueda de “paraísos artificiales” pero nunca había ocurrido como en nuestros tiempos con tantas ofertas de drogas y alucinógenos, pero al mismo tiempo en un capitalismo salvaje, nunca como hoy ha sido y es uno de los negocios más rentables del mundo, asociado al negocio de las armas y al aniquilamiento de los mayores valores humanos, como la paz, la seguridad y la esperanza.

Mina Seinfeld y Olga Vélez, están liderando toda una cruzada para la prevención del uso de drogas en Latinoamérica, y en este caso particular en Manta, ciudad puerto turístico, comercial e industrial, ciudad que desde sus ancestros aborígenes fue cuna de pescadores y de navegación e intercambio comercial entre los Mantas con los Mayas y Aztecas, y con distintas tribus de las Costas del Pacífico Sur; sin embargo ahora esta ciudad se ha convertido en puerto no solo de tránsito si no de asentamiento de quienes se dedican a la actividad ilícita del tráfico de drogas, con lo cual se levantan varios peligros en todo el tejido social cuyo efecto inmediato es la inseguridad, pero en niveles más profundos es el peligro que corren las generaciones de Manta, el país y Latinoamérica.

Pero prevención no es solo el manejo de datos técnicos, el análisis de causas y efectos, debe ser también la capacidad de analizar el o los hechos con mente fría y asumir todos los riesgos de la condición humana.

En los Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo desde Bill Clinton, pasando por George Bush hijo hasta Barack Obama, han confesado que consumieron drogas, en el caso de Bush hijo no sólo consumió drogas blandas (marihuana, cocaína) si no también drogas duras (LSD, ácidos, heroínas…) y sin embargo lo confesaron y sobre todo a partir de su experiencia pudieron comprender mejor el tema en el mejor de los casos, y en el peor terminaron con un fundamentalismo que los condujo a armar guerras en distintas partes del mundo como en el caso de Bush hijo.

Quienes hemos consumido en otras latitudes, no en afán de ser presidente de los Estados Unidos, si no en la búsqueda de distintas experiencias mágicas, físicas o simplemente de desconexión con la realidad, sabemos lo duro y el horror de las resacas; pero si miramos de frente al destino humano y no negamos nuestra fragilidad. Alguna neurona nos hace pensar que si este es un negocio y el país más poderoso del mundo es el consumidor, pero no puede evitar el consumo en sus propios linderos y en cambio lo combate fuera al extremo que en ese combate los miles de muertos lo ponen México, Colombia, Ecuador, Perú y otros países subdesarrollados, entonces es que hay algo obscuro y tenebroso detrás de toda esta realidad. Acaso para las grandes potencias negocio es negocio y cuando se afecta a su economía hay que combatirla en otros lados, y hasta el mismo combate sirve para el negocio de la televisión o el cine de violencia que venden al mundo.

De ahí que no podemos ser cándidos o gente de buenas intenciones, hay que prevenir y hay que educar de un modo sistemático y reiterativo a los niños y adolescentes, hay que transmitirle valores, con la luz del cristianismo, porque estos aunque sean atrapados por las redes del mal si es que miramos esto en un sentido ontológico, siempre volverán al cauce o camino de buena convivencia y de auténtica práctica humana. Es decir con la ayuda de grupos de recuperación, de centros religiosos alternativos o convencionales cualquier persona puede librarse de las garras del miedo y del horror, ya que en el fondo el consumo inicial puede ser un problema de desorientación y el consumo extremo es radicalmente la pérdida de todo sentido de espiritualidad humana y del sometimiento a unos químicos que atraen como tantos Demonios que por el mundo andan: la codicia, la lujuria, la envidia, etc.

Con el libro Ciudades Preventivas inauguramos la colección “Paraísos Artificiales” en memoria a ese poeta inmortal llamado Charles Baudelaire, quien experimentó con distintas drogas y después comprendió que siempre es posible regresar del infierno, o que solo se puede a través de este camino llegar al paraíso.
Manta, abril del 2010